
En relación a lo primero, la ansiedad (o avidez) surge de la evaluación relativa a un BIEN futuro. Como eso que se valora en calidad de BIEN (y no de algo simplemente preferible) aparece en el horizonte del futuro, surge la avidez por ya querer hacerse de él. El tratamiento estoico de esto, estribaría en primer lugar en advertir que eso no es realmente un bien, pues no depende de mí, sino simplemente algo preferido. Si se logra internalizar este cambio, entonces la posibilidad de que ese bien se haga presente deja de ser urgente y el asunto pasa a ser abordado con ecuanimidad. En cuanto a tu pregunta concreta, la avidez ha tenido en distintas tradiciones el antídoto de la paciencia, es decir, la capacidad para esperar, sin zozobra, el acaecimiento o no acaecimiento de algo.
En relación a lo segundo, definitivamente no. Los estoicos no tienen nada en contra del sexo ni del placer sexual, sino del apego a ese placer, pues eso trae forzosamente sufrimiento. La cita de Marco Aurelio, aunque áspera, no condena el placer sexual, sólo busca devaluar la sobrevaloración de ese placer que probablemente él mismo hacía. No se trata tanto de continencia, como de no apego. Por otro lado, como en toda escuela plural, en los estoicos hubo distintas posiciones sobre este asunto. El fundador de la Stoa, Zenón de Citio, consideraba que, puesto que el cuerpo no es propiedad de nadie, no tenía sentido exigirle a nadie exclusividad sexual (“fidelidad”), por lo cual promovía nada menos que las orgías.