
María, buenísimo todo lo que aportas. No es fácil asumir que uno no es consciente de las sugerencias que traen las representaciones o poder identificar cuáles son arrebatadoras, pero ése es el primer paso para poder trascender el sufrimiento/perturbación que traen. Y es un gran paso. Por otro lado, qué bueno que el hecho de concientizar las representaciones que traían aparejadas las “historias de terror” empiecen a mostrarse como lo que son: únicamente representaciones de tu mente.
Algunos comentarios sobre lo que traes a colación:
(1) En relación al ejemplo con tu marido, por un lado te enojas porque te diga cómo debes hacer las cosas, pero por otro le dices que, en adelante, vas a hacer las cosas como él te diga. ¿No es esto totalmente contradictorio? No se trata de que lo convenzas de nada, pero tú no tienes por qué hacer las cosas que él diga, o como las diga, si no estás de acuerdo. ¿No sería más útil, en lugar de enojarte y declarar algo que no te representa ni es real, como anunciar que harás lo que él dice o como lo dice, manifestar, amablemente, tu desacuerdo? Quizá la ira no es con él: es contigo misma por no estar poniendo un límite que sientes que es transgredido. A menudo la ira obedece a no haber puesto un límite. Ahora bien, a la hora de poder el límite, el enojo no ayuda. Lo más hábil es seguir ciertos pasos:
(a) Decir cómo te hace sentir que te digan cómo debes hacer las cosas. No juzgar que eso está mal, sino limitarte a declarar cómo te hace sentir, sin manipulaciones ni chantajes, de manera transparente, veraz.
(b) Expresar, sobre la base de lo que sientes, lo que necesitas y formularlo a modo de PETICIÓN. Ni dar órdenes, ni exigencias, ni quejas ni reproches, sólo: “Esto me hace sentir así y quiero pedirte por favor que, en adelante…”. La manera de referir tanto el sentir como la petición deben ser muy claras, muy precisas, muy honradas. Estos son “axiomas” de lo que se llama comunicación no-violenta.
(2) Lo anterior puede valer para los otros casos que mencionas, aunque no necesariamente en todas las circunstancias. Pero es interesante ver que los otros arrebatos son de tipo colérico: el arrebato ante injurias, dudas sobre tu integridad moral, infravaloración e incluso espera, pues no hay colérico que no sea ansioso: la cólera es un tipo de ansiedad, la ansiedad por regresar lo que se percibe como un daño infringido de manera dolosa (en pocas palabras, la avidez de venganza). La posición estoica más ortodoxa buscaría que pudieras darte cuenta cómo ninguna de esas cosas constituye realmente un mal para ti. Alguien te injuria: si eres inocente de aquello de que se te injuria, ¿por qué hay daño para ti? Claro, agradable no es, pero no tiene tampoco por qué resultarte dañino. Alguien no te valora: ¿por qué tu valor depende de la valoración de otros y en qué sentido esa evaluación es un daño para ti? Te hacen esperar: es cierto, es una falta de respeto a tu tiempo, una desconsideración, pero, por otro lado, nadie puede hacerte perder tu tiempo. Está en ti hacerlo provechoso en cualquier circunstancia, incluso en las esperas, al menos para poder observar cómo nadie tiene poder sobre ti para que te irrites durante la espera y así trascender tu propia impaciencia (también puedes ser creativa el uso de ese tiempo).
(3) Por último, lo de las percepciones positivas, o cultivo de representaciones beneficiosas, no consiste en fantasear acerca de cómo las cosas podrían haber ido mejor, sino en apreciar las bondades que, efectivamente (no imaginariamente) te deparó el día y, efectivamente, tú pudiste ofrecerle a otras personas.
Saludos, sigo a las órdenes.
-
Esta respuesta fue modificada hace 3 años, 9 meses por
Gabriel Schutz.