
Me alegra ver con qué seriedad y dedicación hiciste los ejercicios de esta semana, y advertir que, al menos en cierta medida, sin duda fueron eficaces. Sólo te pido que, en las próximas semanas, intentes ceñirte a la extensión máxima (500 palabras, más o menos). Pero hiciste un muy buen trabajo, Linda, felicitaciones.
Voy a comentar únicamente lo que encuentro más complicado, que es el asunto con tu “ex-amiga”. En realidad, tú estás intentando interpretar la situación desde una perspectiva lúcida, pues no tienes poder para cambiarla a ella, a tu ex-amiga, pero sí para cambiar tu modo de interpretar las circunstancias: en lugar de ver allí una afrenta personal por la que debes sentirte injuriada, ver más bien que ella sufre -pues sufre quien odia, no necesariamente el odiado (la odiada, en este caso).
Creo que aquí hay dos asuntos: por un lado, un temor sobre los daños que ella pudiera causarle a tu reputación (a través de comentarios o redes sociales) y, por otro, la perspectiva de encontrártela en una reunión. En cuanto a la reputación, en parte ya lo has razonado muy bien: los comentarios hostiles que pueda hacer sobre ti no tienen por qué dañarte, pues tú tienes la conciencia clara de tus acciones y ésta es exactamente la posición estoica: se humilla el que humilla, se injuria el que injuria, jamás el injuriado. No es una posición agradable, la sensación no será agradable, pero no tiene por qué volverse un mal si tú no lo concedes. Una cosa es la cualidad sensual de la experiencia (agradable, desagradable o ni agradable ni desagradable, es decir, neutra), otra el valor. Puedo sentir que algo es desagradable, pero no conceder que esto me dañe; puedo no asentir al juicio de que eso, que me desagrada, además es un mal (esto lo verás en esta segunda semana).
De otro lado, tú admites que supones ciertas cosas sobre el origen de esa molestia. Es decir, por lo visto, tú no sabes exactamente qué pasó, por qué ella se molestó, qué siente, etc. Entonces desarrollas suposiciones. Aquí está el origen del problema: quizá la ansiedad por ver lo que publica o no, lo que dice, piensa, es intentar confirmar tus suposiciones, comprender más, porque a veces tenemos la ilusión de que comprendiendo intelectualmente algo estamos protegidos. En el fondo, sólo es miedo. Y te cito: “tengo miedo de que ella me diga o haga algo para provocar que le responda a alguna de sus quejas”. Pero ella no tiene el poder de hacerte responder: ése es tu poder. Y la verdad es que no sabemos nada sobre el futuro: no sabes si te la encontrarás o no, si en ese caso habrá diálogo o no, no sabes, no sabemos, nadie sabe si estaremos vivos al día siguiente: ¿qué caso tiene suponer, especular? Cuando te sobrevenga la representación/impresión de esa hipotética reunión donde también estará ella, detenla, no la dejes progresar, pues ya sabes que alimentarla con especulaciones te trae ansiedad y miedo (dos caras de lo mismo). Detener la impresión, como verás esta segunda semana, quiere decir que suspendas los asentimientos: que no “te creas” lo que se te aparece en tu imaginación; no, al menos, sin haberlo examinado minuciosamente. Es mucho más lúcido asumir que uno no sabe y quedarse ahí, que pretender que sabe. Aun así, una vez que detengas la impresión, observa, con mucha calma, tú contigo misma, como una cirujana diseccionando un tejido, a qué le tienes miedo, qué te despierta ansiedad. ¿Tienes miedo de responder a sus provocaciones? Pero eso depende de ti. Puedes prepararte y DECIDIR responder de otro modo, si se diera el escenario. Puedes convertir una situación adversa en un triunfo. Y no hay nada ni nadie que te pueda impedir hacerlo. Si es otro el miedo, otra la ansiedad, examina y verás que no hay realmente nada que pueda dañarte: sólo tu idea de que eso es dañino puede dañarte. Si no lo apruebas, no hay daño.
Por último, si hay condiciones (morales) para averiguar por qué la otra persona se siente molesta, el estoico jamás rechazaría acercarse y preguntar amablemente, con la intención de resolver el problema.
Estoy a tus órdenes para apoyarte en lo que esté en mis manos.