
Detenerse y observar: esto aparece en tu día 4. Y como si fuese un corolario de ello, en el día 5 hay gratitud. Por supuesto, estoy forzando la interpretación, pues no sé a qué obedeció la gratitud del día 5, pero en cierto modo todo este ejercicio inicial, además de buscar fundar el espacio de la escritura, consiste en eso: en detenerse y observar (la meditación tradicional budista se resume en esas dos palabras, o mejor: detenerse (samatta) y contemplar (vipassana)). Y a veces, al observar, se aprecia una especie de gracia, como quizá te sucedió.
Hay algunas frase que, sin contexto, soy incapaz de comprender, como la del día 1 o la segunda del día 3.
Me gustó mucho la observación sobre ligereza, pesadez y música. Te dio curiosidad advertir que una melodía densa (estridente, dices tú) hizo más ligero un día pesado. Y uno podría preguntarse, ¿cómo es que el rock pesado (supongo que Metallica entra en esta categoría) aligera el día?. Es muy interesante. Yo siempre he creído y creo que la música funciona bajo el principio homeopático de que “lo similar cura lo similar”. Un día pesado no es para escuchar a un trovador con su guitarrita, es para escuchar rock pesado. Y entonces el día se aligera. Todo un arte afinarse musicalmente con los días. La escritura también puede alcanzar este fin.
Buen comienzo, Renata. Gracias.