
Te diré lo que observo, Renata. No lo tomes como “críticas”, sólo son preguntas que, eventualmente, pueden ayudarte a observar cosas y, si lo deseas, establecer un diálogo en este espacio.
Por un lado, no hay sujeto. Los sujetos son las emociones o afectos que, por así decir, rivalizan. Y creo que una pregunta es, precisamente, por qué no un hay sujeto que experimente el paso de la satisfacción a la ira y el alivio posterior, sino que todo parece ser un interjuego de entidades un poco abstractas. El carácter abstracto (no concreto, no encarnado) se nota, para mí, en el hecho de que no siento ninguna de esas emociones, me parece una descripción distante. La ira, por ejemplo, es una emoción caliente, en el sentido literal de la palabra; cuando uno se encoleriza, sube la temperatura del cuerpo, la sangre se agita, el rostro se enrojece, pero aquí dices que fue un “balde de agua FRÍA”. Entiendo que es una expresión para decir que algo sorprende y deja pasmado, pero es raro pensar que la ira pueda tener ese efecto: si la ira te toma, te inflama de inmediato.
Por otro lado, lo que cuentas es un momento abstracto de ira, que viene a perturbar brevemente la satisfacción y de manera casi inmediata es expulsada por un acto consciente de respiración. En términos de espectros, casi no hay aquí “espectralidad”, porque lo que podría ser un espectro iracundo, digamos, es muy rápidamente conscientizado y trascendido. Pero lo interesante es poder meterse más en aquellos espectros que tienen poder sobre nosotros, espectros a los que no les basta un par de respiración con atención consciente para ser subyugados.
Y por último, pienso que, incluso en este caso que traes, puedes entrar más profundamente en la ira, detallar las dos palabras que la disparan, comprender mejor qué pasa ahí, por qué eso enoja, etc. Creo que es una preciosa oportunidad para hacerlo y por supuesto que, si deseas tomarla, te leeré con enorme gusto.