
Buen día, Renata. Qué bueno que pudiste escribir esto otro y al menos sacar lo que el texto anterior embozaba. Ahora se entiende en qué sentido emergió un espectro y en qué sentido era un espectro, pues esas dos palabras, por sí mismas, no tienen el poder de generar enojo, son relativamente neutras; el espectro se coló por una asociación de las palabras con una experiencia, algo ajeno, tanto a las palabras como a la situación en la que te encontrabas cuando las leías. Y eso es lo interesante, ver cómo los espectros sólo pueden surgir por asociaciones, proyecciones, comparaciones, en suma, operaciones mentales que toman algo de lo efectivamente existente y lo distorsionan: todo espectro surge de una distorsión.
El ejercicio tiene el propósito de poder reconocer estas distorsiones perceptuales (más estrictamente, interpretativas) viéndolas como lo que son, fantasmagorías, ilusiones, de modo de debilitar así el poder que tienen sobre nosotros y, en el mejor de los casos, como dicen los bellos versos de Blake, arrojar los espectros al lago.
¿Cómo vas con el ejercicio de esta tercera semana tuya?
Sigo aquí, a las órdenes.