
Tu texto, sumamente interesante, no sólo por lo que pone en juego, sino por que deja ver tu propio proceso de deliberación -las dudas, las aclaraciones provisionales, la insuficiencia de esas aclaraciones-, tiene la enorme virtud de mostrar lo escurridizos que son los espectros, sobre todo porque se “pegan” a nosotros, se hacen pasar por algo que no son enteramente, pero a lo que se parecen. Pienso en una distinción que hace la “psicología budista” para discernir entre dos afectos que pueden ser confundidos (y que, externamente, pueden quizá pasar por ser el mismo): la compasión y la lástima. Aunque en cierto modo son todo lo contrario, porque en la compasión estoy a la misma altura del otro, en sus zapatos, digamos, y puedo comprenderlo sin la menor sensación de superioridad, a veces la confundimos con la lástima. Le llaman a esto el “enemigo cercano”. Es decir, la lástima es el enemigo cercano de la compasión, el espectro, podríamos decir aquí, y es una de las trampas del camino budista: sentirse tan “espiritual” en la compasión, que, subrepticiamente, estemos sintiendo lástima, con toda la miseria que esto supone. Como se confunden, les llaman así, enemigo cercano. El “enemigo lejano” de la compasión es la crueldad, en el sentido de que es diametralmente opuesta y puede verse esto con claridad, sin confusión, como vemos algo a lo lejos: compasión es el deseo de aliviar el sufrimiento de otro; crueldad es el deseo de que otro sufra.
Digamos, entonces, que el aspecto atribulado es el enemigo cercano de tu ser cuidadora, el espectro que se monta sobre la disposición pura y cristalina de servir a los demás. ¿Qué es lo que origina ese espectro? ¿En dónde radica aquello que le permite “infiltrarse”? Supongo que estas preguntas sólo puedes contestártelas tú misma. Pero podemos, quizá, verlo desde una perspectiva más o menos general, sabiendo de antemano que la probabilidad de errar por completo es grande.
Uno (una) cuida, sirve, se entrega, acompaña: ama. ¿Qué tiene que venir a hacer la preocupación? ¿Por qué el acto de amor/servicio no acaba por completo en el cuidar, servir, entregar, amar? ¿Por qué sobrevive ese resto espectral que viene a querer prolongar lo que ya ha terminado (el acto de amor como tal)? En suma, ¿por qué no es suficiente? Creo que aquí hay una pregunta. La repito: ¿por qué no es suficiente? Quizá en esa sobrecarga (fatigosa, por supuesto), en esa sensación de insuficiencia que impele a un exceso, se busca algo que ya no coincide completamente con el amor como tal. Si es así, si esto encamina hacia algo, es mejor que tú lo averigües. Y si esto está descaminado, pues entonces habrá que explorar otros caminos.
Sigo aquí.