
Me resulta muy interesante notar que, en el caso de varias mujeres (pues he dado este taller en distintas ocasiones, de manera presencial), el pilar ancestral es una abuela, en general una mujer de carácter arrollador, que tiene que hacerle frente a algún infortunio y sobrepuja con enorme dignidad las adversidades. En este caso, desde que leí que el marido de Mamá Aurora la había dejado, pensé de inmediato en tu texto anterior, “Renacer” (también pensé que Renata ha de significar “renacida”), en cómo la vida se repite a lo largo de las generaciones, porque te había tocado vivir una situación más o menos similar, y en cómo eso podía ser parte de los motivos que te movieron a escoger a tu abuela. Y por lo visto, así fue, o quizá fue al revés: tu abuela te escogió a ti para impulsarte, a su modo, a través de su experiencia.
Es un texto precioso, escrito con claridad, fluidez, delicadeza, sin ornamentos innecesarios, que permite entender un poco a tu abuela y, por supuesto, entenderte un poco a ti. Me pregunto y te pregunto si el proceso de escritura trajo aparejado algo de esto.
Lo más sorprendente para mí fue la penúltima escena (o referencia), cuando Mamá Aurora ve que aquel hombre no se casó ni tuvo familia y constata que ha vivido toda su vida con una fantasía equivocada (que es, más o menos, como vivimos la mayoría de nuestras vidas: llenos de fantasías equivocadas). Esto, a la vez, desplaza el interés hacia ese otro personaje, que un día se fue, como los hombres que dicen salir a comprar cigarrillos para no regresar. Pero lo impactante es que tu abuelo no se fue no por otra (¿o sí y no se supo, no lo confesó?), sino por hastío, hartazgo, impotencia, no lo sabemos: nunca lo sabremos. Es infinitamente opaco.
Todo esto me recuerda a dos cuentos, de dos autores estadounidenses enormes, que, además, eran amigos entre sí. Creo que te interesará leerlos, los dos son textos breves. El más directamente relacionado corresponde a Nathaniel Hawthorne y se titula “Wakefield”; según Borges, es el mejor cuento jamás escrito. Verás cuán íntimamente relacionado está con la historia de tu abuela, pero sobre todo, de tu abuelo, ese personaje opaco, inextricable. El otro personaje opaco e inextricable, pero por motivos distintos, lo retrató Herman Melville en su glorioso “Bartleby, el escribiente”. Se consiguen los dos libros fácilmente. De Bartleby hay traducción de Borges (creo que la editó incluso la Gandhi); “Wakefield” suele venir con otos cuentos de Hawthorne. Ya me contarás si te aprovecha.
Hermoso trabajo, Renata. Felicitaciones.