
Me resulta sumamente interesante advertir cómo un ejercicio que exige brevedad, permite, rápidamente, distinguir temperamentos. Hay quienes, puestos a sintetizar los días, se sienten obligados a dar una evaluación, a ponderar logros o fracasos; otros se detienen en la observación de las personas, de las emociones dominantes; otros son más contemplativos y anotan, aun en medio del fragor del día, observaciones deliberadamente inútiles y, por eso mismo, liberadoras, libres del peso de la productividad, el logro, libres incluso de la vida emotiva; pequeños fragmentos de poesía, como los que escribe aquel conductor de autobús, en la película de Jim Jarmusch titulada Paterson (creo que te puede gustar), durante sus breves ratos de ocio. Tus líneas me recuerdan un poco a ese tipo de escritura, esa versificación breve, casi como de haiku (el día 3 es prácticamente un haiku), con la sutil ambigüedad y a veces picardía de los poemas breves.
Quizá porque compartimos la afición por el mate amargo (y la patria que nos lo puso en la boca y el corazón), la primera línea me toca y me suspende en una ambigüedad fabulosa. Hay amargura y ardor y una especie de rebeldía ante la perspectiva de callarse, pero que en el fondo es un poco como un “morderse la lengua”, en este caso, enardecerse, digamos, la lengua. No sé si estoy dando con lo que has querido comunicar, pero eso, a mí, me llega de manera muy vívida, casi diría sensual, porque está envuelto el sentido del gusto en esa tensión entre lo amargo, lo ardiente y lo callado. Buenísimo, me encantó.
Del segundo tengo una idea de la situación, porque me la referiste por afuera. Qué terrible. El tema de la madre dolorosa es y será siempre un tema “canónico”, sobre todo porque es difícil no pensar en el gran arquetipo de la madre dolorosa, María, sea uno crisitano o no, puesto que la imagen se replica en las distintas estatuas tituladas “La piedad” (La pietá), y en las hermosas y desgarradoras obras musicales del tipo Stabat Mater, “Estaba la madre”, como los de Pergolesi o Vivaldi… Quieren ser un consuelo: otra madre también perdió a su hijo, que era, además, El Hijo, pero supongo que no hay consuelo ante semejante situación, o si lo hay, tarda una eternidad en llegar. Aun así, lo bello de tu texto es que quien escribe es un padre doloroso, doloroso por la tristeza replicada (“tristeza de los tristes”) en su propio hijo.
El “haiku” es interesante por su aparente contradicción: una confusión que nivela, un desorden que empareja…
El cuarto día es más decididamente poético, hasta hay rima vocálica, pero no tengo el contexto para poder decir más.
Fundación. Qué palabra. Me da origen, inicio, soporte, cimiento, firmeza. ¿Será?
Gracias por subir estos textos frescos y sensibles. Estoy a las órdenes.