
Siempre me deslumbra ver cómo un ejercicio tan simple, casi una excusa para escribir, es capaz de sacar tanto y tus textos lo reafirman. Encuentro la nostalgia de los textos anteriores, pero quizá más serena, en un tono más contemplativo aún. No sé bien qué es lo que me hace experimentar nostalgia, porque no es obvia, más allá de algunas menciones al pasado. Noto, sin embargo, que la ventana mira más hacia el pasado que hacia el presente o el futuro y ése es quizá un dato a tener en consideración. La presencia más fuerte es la de ese rosal, apenas reverdecido, que lucha por sobrevivir y hace que escribas en primera persona del plural, como si tú y él, ella (el rosal,las rosas por venir) se solidarizaran en algo, con algo, por algo.
Hay frases muy logradas: “Veo a la planta ver la ventana” (suena de lo más zen, aunque allí te preguntarían: ¿Quién ve la planta que ve la ventana?), “Qué ganas de saber tocar una guitarra” (el momento de esta frase es buenísimo, porque es algo totalmente ajeno y al mismo tiempo tiene total sentido allí), o las líneas sobre el árbol amigo, por citar sólo algunas.
Me encantó, también, la idea de que las gotas cifren un código, una lengua secreta o críptica, un poco como pensaban en el renacimiento, la teoría de las “signaturas” (Paracelso): todo es signo de todo. El ser humano es un microcosmos que refleja el macrocosmos del universo; conocerse es conocer el universo y conocer el universo es conocerse a sí. Y así como lo micro y lo macro son lo uno signo de lo otro, lo mismo con todas las cosas: aquel médico suizo del siglo XVI, al ver la forma de una nuez, no podía dejar de pensar que tenía que ser buen alimento para el cerebro, cuya forma se le parece tanto; y no se equivocaba. Esa idea está in nuce en tu tercer texto y es poderosa. Quizá la contemplación de Orión y Sirio sea también una contemplación de sí…
Por último, me queda de tu texto -ahora lo siento más claro-, quizá más que nostalgia, un dejo de soledad. Quiero pensar que la escritura y la ventana y todo lo que se puso en juego ahí, te hizo compañía esos cinco días. Tampoco tomes esto demasiado en serio, es sólo una impresión (bien podría ser una proyección mía y nada más).
Sigo por aquí.