
Una vida entera, vívida, palpitante, con allegros y adagios y larghetos, en muy pocas líneas: todo un mérito. Es interesante para mí observar que tu prosa de fraseos a menudo cortos, filosos, de indudable gusto por la enumeración o, más poéticamente, por el collage y el mosaico, en este ejercicio queda como anillo al dedo, porque permite, con una gran economía de recursos, dar este mural, o este retablo de cuatro partes, reglado por las mudanzas de espacio y de piel. Me parece interesante que hayas escrito todo en pasado, como si, verosímilmente, lo hubieras ya vivido. Quizá esto te parezca obvio, pero algunas personas no logran hacerlo y prefieren hablar en un lenguaje futuro e hipotético, describiendo cómo visualizan, pongamos, su invierno, sus últimos días, pero con el recaudo de explicitar que es una ejercicio imaginario. En ti, el futuro, o más bien, la futurización, se siente muy sólida. Esto no es un halago (tampoco importaría) ni una crítica, sólo es llamativo para mí. Y lo es, sobre todo, porque de un tiempo a esta parte aquella idea socrática, tan básica y tan difícil de incorporar en la carne, la idea de que no sabemos nada, ha comenzado a hacer mella en mí. Por supuesto, tengo fantasías sobre el futuro y, si me pidieran que las describiera, tal vez, no lo sé, lo haría con un tono fuerte y convencido, pero la verdad es que sólo veo opacidad. Algo que me ayuda mucho a no preocuparme excesivamente por el futuro es pensar que, si debo morir hoy, no ha estado mal. Preferiría, la verdad, no morir hoy, pero si sucede, me siento bastante satisfecho. Es, por cierto, un ejercicio estoico.
Pero digo todo esto porque, en tus primeros textos, me pareció sentir una profunda nostalgia del pasado, y estaban mucho más volcados a esa dimensión temporal. Esto me hace pensar: ¿será tu visión del futuro (escrita ahora en pasado) una especie de recuperación idílica del pasado? Da la impresión de que el arco de esta vida sigue, en parte, la estructura mítica (“el camino del héroe” de Joseph Campbell): el llamado a la aventura, la aventura lejos del hogar, el hallazgo y el regreso al hogar.
Me impresiona la madurez de ciertas observaciones sobre el futuro, especialmente una que es típicamente otoñal (y se deja ver, incluso, en la paleta de los colores otoñales): “capacidad de un deleite distinto”. Tal vez esto es de lo más distintivo de los que andamos en el otoño: los colores restallantes, eléctricos, ya no conmueven tanto, y los ocres, ciertos rojos tánicos, los amarillos, toda esa gama cromática revela, de golpe, una profundidad y una sutileza tremendamente gozosas.
¿Cómo titularías este texto? Creo que sería un buen ejercicio.
Me gustó mucho este cierre, esta vida llena de cromatismos, altibajos, momentos hermosos y momentos duros, hábilmente entretejidos. Tengo la clara sensación de haber estado ante un mosaico de piedritas de colores, de haber visto un cuadro casi de un vistazo. Es un efecto meritorio, teniendo en cuenta que la lengua, las palabras, están condenadas a la sucesión y carecen de la simultaneidad de las partes que ofrece una imagen.
Espero de todo corazón que el taller te haya sido provechoso, que lo hayas disfrutado.
Quisiera pedirte, por último, si puedes dejar un review sobre el curso. Apenas está comenzando, hay todavía pocas opiniones y le caería muy bien tener una más. Al final del plan de estudios se indica cómo hacerlo (es muy fácil). De todos modos, si tienes dudas, ya sabes, por aquí ando.
¡Muchas gracias por tus textos! Fue un gusto leerte.