
Bueno, criar a una hija es un acto político mayor. Bien dices que la falta de consciencia radica en nuestra educación y nuestra forma de vida. Acompañar el crecimiento de un hijo intentando despertar esta conciencia comunitaria, así se trate de la pequeña comunidad de una familia, no es poco.
La miseria humana siempre ha estado a la orden del día, tanto en Grecia como en la Roma de Marco Aurelio, como ahora, en México o en otros lugares. Pero lo interesante de estas ideas de los estoicos es a qué apostar. Si uno tiene consciencia de que, debajo de todas estas miserias, en cada persona hay logos, en los términos de los estoicos, y si esa consciencia se mantiene, entonces, en las interacciones con los otros, no prestamos tanta atención a sus berrinches, sino que apostamos a intentar conectarnos con ese estrato más profundo, desde nuestra propia humanidad profunda. Ésa es la alquimia y ése es el amor: convertir toda esa miseria en oro.
Entiendo que, en la situación actual, es complicado, pero el miedo es siempre un pésimo consejero. La precaución es otra cosa. Y tiene dos sentidos en los filósofos estoicos: precaverse de hacer uno el mal (pues ése es, según ellos, el único modo de perjudicarse, dado que los demás no pueden hacerlo si no lo concedemos/asentimos a ello) y, en relación a lo externo, tomar todos los recaudos para evitar, de ser posible, el escenario dispreferido, pero sin que esto nos genere miedo. Habiendo tomado todos los recaudos, se trata de ser valiente. Valiente no es temerario, no es asumir riesgos de manera tonta, sino ir al encuentro de los riesgos que nos plantea la vida, en paz por haber tomado los recaudos, con fe en nosotros mismos, de manera lúcida, sin figurarnos pesadillas que no están sucediendo.
El modo de actuar comunitariamente puede ser muy sutil. Si el escenario es triste, desolador, como es el escenario del “sistema que nos come”, ser una fuente de bienestar puede reducirse a sonreír, a preguntarle a las personas con que interactuamos cómo están, a no alimentar el hermetismo, la desolación, sino a obrar en sentido contrario, incluso cuando el trato no es bueno.
Recuerdo que, en un abarrote que estaba frente al departamento donde acababa de mudarme, me saludaban siempre muy mal. Yo no entendía por qué, pensaba que quizá ellos creían que yo era argentino, y se traían algo en contra de los argentinos. Respondí un tiempo de manera proporcional, aversiva. Luego, por circunstancias que no vienen al caso, decidí hacer lo contrario. Entraba al abarrote, los saludaba de muy buena manera, daba las gracias, deseaba un buen día. Así estuve un par de semanas: me das mierda, te doy oro. No tardaron en regresar oro.
“El odio nunca venció al odio
sólo el amor vence al odio
Ésa es la LEY”
(Dhammapada)
A esto apuestan los estoicos también.
Muchas gracias, Fanny, por tu apertura para compartir tus textos. Fue un gusto tenerte por aquí. Espero de todo corazón que el curso te haya resultado provechoso y que te lleves herramientas útiles.
Si fue así, te quisiera pedir si puedes dejar un review del curso y recomendarlo a las personas que consideres que podrían salir beneficiadas. Al final de la última lección se dice cómo dejar un review. Para la página es de ayuda, pues apenas estamos arrancando. Sigo a las órdenes en lo que pueda ayudarte. Ya sabes dónde encontrarme.
Salud y hasta pronto.