
Es una bella sinfonía de cinco movimientos:
Los primeros dos son escuetas notas sobre el ambiente: la temperatura, el polvo, las flores. Detenerse, reparar en algo.
Si puedes detenerte a ver cómo alguien habla con las flores y disfrutar de ello al punto de envidiarlo, ¿qué te impide hablar con las flores?
El tercer movimiento es práctico y filosófico: reflexionar sobre el uso provechoso del tiempo y, al final, reflexionar sobre el sentido de las cosas.
El cuarto concentra el motivo principal, como si todo girara en torno a esto. Es un enigma para mí, no logro descifrar de qué se trata.
El cierre resume quizá el mayor deseo de todos hoy. El deseo por algo cuya importancia ha pasado quizás desapercibida entre tanta distracción, tanta urgencia de cosas que no eran urgentes: a diferencia de las comodidades que se revelan inncesarias, la salud se destaca en su necesidad; no está de más recordarlo.
Aun así, ¿hay un más allá de la salud? ¿Un más allá de la mejor o peor salud?