
Wow.
Estoy tentado de dejar “Wow” por todo comentario, porque tu texto tiene la cualidad de dejar al lector (bueno, de dejarme a mí, a este lector que he sido mientras leía -pues ya no soy exactamente ése) en un estado de pasmo, sin aliento. Se siente el “temor y temblor”, o el “sudor y temblor”, no porque el texto sea vacliante, sino por la fuerza que tiene en esa segunda persona escrita desde el espectro. Me interesa mucho saber qué ha pasado después, qué propició en ti el haber escrito este texto.
El sueño es tremendamente interesante, sobre todo teniendo en cuenta que ha sido un sueño recurrente. No puedo dejar de pensar en lo mucho que hay en esta frase: “llega con exactitud (el convoy) a la hora de mi muerte”. La línea que sigue busca explicar esto, refiriendo que alguien te ha empujado a las vías del tren, pero ese alguien es un alguien invisible en una estación inexistente, lo que me hace pensar que la exactitud del convoy, de su llegada, estriba en que él es (simboliza), en sí mismo, la muerte, en que se trata de una cita con la muerte. Pero, claro, sobrevive la pregunta acerca de quién o qué es esa fuerza que te empuja a las vías del tren.
El ayer duele y el mañana no existe. ¿Es el ayer doloroso esa entidad invisible que “ha estado siguiendo mis pasos” y que te orilla a esa cita con la muerte, que elimina el mañana? Pero si tú ahora has aprendido a simular al espectro, ¿no serás tú quien sigue sus pasos, quien persigue ese pasado, proyectándolo en todo lo que es, haciendo que todo lo que se aparece sea, de alguna manera, “el lugar donde todos los días son el mismo día”, precisamente porque no te permites verlo en su novedad absoluta, libre de todo lastre, todo condicionamiento biográfico, toda carga del pasado?
Creo que has detectado algo muy importante, algo que tu texto anterior ya insinuaba, con aquello de regresar, borrar, etcétera. Parece que has tenido un pasado realmente duro, o, lo que es más exacto, que, sea lo que sea que hayas vivido, tú lo has experimentado como algo realmente duro, y la huella es tan profunda, está tan fresca (así haya sido en el pasado lejano), que es como si te susurrara que “eso puede regresar”; entonces todo es percibido con miedo. ¿Es así?
Y si es así, ¿puedes ver que no tiene por qué ser así? El pasado, más o menos feliz, más o menos terrible, no tiene por qué condicionar la totalidad de nuestras vidas. Es falso aquello de infancia es destino, y actualmente (aunque es una idea de, por lo menos, 2.500 años) eso ha sido mucho más enfáticamente puesto en cuestión. ¿Cómo mirar las cosas que se aparecen sin que se vean oscurecidas por las sombras del pasado? Creo que es una pregunta muy importante en tu caso. Porque sólo así el presente puede aparecerse con espontaneidad y el futuro como un horizonte abierto, y no algo clausurado, condenado a repetirse. ¿Qué vas a hacer con todo esto?
Si me permites una sugerencia, creo que te podría caer muy bien tomar algún curso de Mindfulness (atención plena) que no sea chafa. En realidad, se trata de una práctica del budismo antiguo, que aparece detallada en el sutra o discurso sobre los fundamentos de la atención plena. Estar muy atentos, muy conscientes, ver las cosas tal como son, despojadas de todo aditamento, es un camino que pueda ayudarte. Es también el camino de los filósofos estoicos: ver lo que es tal como es; ellos le llamaban phantasía kataleptiké, representación cataléptica (perfectamente lúcida, capaz de asir lo real) y en cierto modo todo el estoicismo consiste en eso.
Te felicito por el valor que tuviste para escribir este texto impactante. Espero, de todo corazón, que el hecho de haberlo escrito te haya sido de alguna manera provechoso. Ahora que has visto, ahora que has puesto en palabras, quizá sería importante darle continuidad a lo que implica este hallazgo.
Estoy aquí en lo que pueda apoyarte.