
A la luz de tu texto, no puedo no pensar en aquella idea de Camus según la cual el suicidio es el problema fundamental de la filosofía. Un suicidio es siempre como un agujero negro incomprensible, una especie de antimateria que no se deja asir y eso lo transmite muy bien tu texto: el pasmo, la perplejidad, la imposibilidad de comprender.
Me pareció muy lograda la multiplicidad de perspectivas y cómo juegan unas con otras. A diferencia del cuento de Akutagawa, donde la última pieza del rompecabezas, la voz del muerto, termina de resolverlo, aquí la última pieza permanece enigmática. Imposible comprender desde ninguno de los otros puntos de vista. Y eso le da una enorme fuerza al escrito.
Literariamente hablando, encuentro el texto muy cuidadoso y equilibrado, muy bien construido. Se lee con interés y aun con placer, más allá de lo terrible que se cuenta aquí.
Me interesa saber qué te produjo a ti la escritura de este texto, dado la dramático de las circunstancias. ¿Pudiste comprender otras posiciones? ¿Se aclaró algo de esa situación?