
Es interesante ver cómo a veces logramos vernos o reconocernos mejor en el espejo de otro que en el propio. En tu caso me parece importante el hecho de que hayas logrado “mirarte” en tu tía C, tanto en los aspectos, digamos, virtuosos, como en aquellos otros más limitantes, como lo que mencionas sobre el resentimiento de clase o la inseguridad, etc.
No tengo mayores comentarios que hacer, pero eso, en este caso, es un muy buen signo, porque tengo la impresión de que has logrado cabalmente el ejercicio de mirarte en el espejo de un ancestro (así no sea remoto o difunto) y poder generar a partir de eso un recurso de autoconocimiento. Esto resulta útil hacerlo también con otros parientes (ni que hablar con los padres, pero ahí el desafío es darse cuenta de qué tiene uno de sus padres que no es realmente de uno, sino que es como un lastre que uno sigue cargando o como vivir en el libreto de una película que es de otro).