
Me alegra poder apoyarte en esto.
Efectivamente, cuando uno repite la narración de un episodio traumático, lo que hace es retraumatizar. Para evitar eso, es importante narrarlo (de preferencia en compañía de alguien competente para escuchar y contener) observando muy claramente que sucede en el cuerpo, más específicamente qué emociones se localizan en qué partes del cuerpo. Observar cómo se manifiestan esas emociones en el cuerpo, ver cómo surgen, reconocerlas, identificarlas y dejarlas ir. Es un modo de trabajar con los traumas (no el único).
Lo que me mencionas de tu mamá es algo que percibí un poco entre líneas, no, claro, en relación a ella, sino a ti, y de alguna manera lo confirmas ahora.
Hay mucho que puedes hacer. Cuando hablé de mindfulness lo puse en esos términos porque si dijera budismo a mucha gente le asusta, piensa en religiones, sectas, qué se yo. Yo practico budismo hace varios años, no soy dogmático ni sectario con eso (soy más bien bastante mundano) y ha sido para mí importantísimo para dejar atrás montones de lastres. Hay muchas prácticas budistas que pueden ayudarte, desde la más básica, que te ayuda a concentrar tu atención haciendo un seguimiento consciente de la respiración, hasta las que consisten en desarrollar “emociones positivas” (detesto este nombre). La primera se conoce como Anapanasatti y la segunda como Metta Bahvana. Son prácticas muy potentes si las haces con constancia. Puedes ver en internet si hay algo que te parece convincente. El Centro Budista de la Ciudad de México está ahora dando cursos y meditaciones on-line. Para empezar ellos pueden ser una buena opción (aunque depende un poco de quién dirija). Escribir, claro, también ayuda.
El curso de estocismo que tengo aquí es (sonará mal) muy bueno también, no porque yo tenga mérito en eso, aunque quizá un poquito, sino porque los filósofos estoicos son realmente poderosos. Creo que también te podría ayudar mucho a observar tu mente, a reconocer ciertos patrones, a detener cadenas de pensamiento, etc.