
Buen día, Lorena.
Hiciste muy bien el ejercicio y, según veo, tuvo en ti una eficiencia palpable. Ésta es en sí misma la práctica, no es que haya otra práctica además de ésta. Es decir, se trata de anticipar las situaciones (no sólo las dispreferidas, a veces las preferidas pueden ser más complicadas de manejar, porque, de no ser abordadas con ecuanimidad, se puede desarrollar fácilmente apego hacia lo preferido -por lo tanto, sufrimiento) y de hacerlo de tal modo que los razonamientos que te des a ti misma, bajo la distinción maestra, sean persuasivos y fácilmente memorables para ti. Esto permite que, cuando se aparezca la situación, o un eco de la situación (por ejemplo, un pensamiento, “¡Debí haberlo hecho mejor!”), en lugar de dejarte arrollar por eso, tendrás a mano lo que has pensado y decidido más temprano, y eso te ayudará, como creo que ya está empezando a suceder en tu caso, a no desarrollar estados mentales perturbadores. Las emociones se basan en creencias. Lo que estamos haciendo aquí es examinar las creencias que tenemos sobre las cosas, el modo como asignamos valor, dónde lo depositamos, etc., de modo que la vida afectiva sea más apacible, más estable, menos innecesariamente agitada. Si logras transformar hábitos de pensamiento, estás transformando emociones.