
Buenos días, Alma Delia. Me alegra saber que el curso le está resultando provechoso. Respondo a sus preguntas en orden.
1. En relación a la aceptación, sin duda se basa en un razonamiento relacionado con los escenarios dispreferidos. El razonamiento general es: “He hecho todo lo que estaba en mis manos para inclinar las circunstancias en favor de un cierto escenario (preferido), pero el resultado final es otro (dispreferido). Puedo aceptar esto, porque me he preparado desde el principio, sabiendo de antemano que el resultado final no dependía de mí. La fuerza de mi aceptación descansa en el hecho de tener la consciencia satisfecha en relación a lo que sí dependía de mí”. Éste es el razonamiento general. Si ese razonamiento es totalmente persuasivo para mí, si logro comprenderlo por completo, esto es abrazarlo, abarcarlo, o mejor, dejarme abrazar/abarcar por él, entonces mi mente ASIENTE a ello (esto de los asentimientos lo verá en detalle en la segunda semana) y puede encontrar satisfacción incluso si el escenario es dispreferido o adverso. Algunas veces, media cierto tiempo entre el razonamiento, como tal, y el asentimiento o aprobación de la mente (la psyché).
2. La culpa es, para los estoicos, un afecto torpe. Hay una sugerencia de esto en el material sobre las prácticas, concretamente en lo que toca a las evaluaciones vespertinas. Séneca allí recomienda revisar el día, precisamente sin inculparse a uno mismo (no usa exactamente esta palabra, pero se desprende del texto). ¿Qué utilidad presta la culpa? Si uno es consciente de haber cometido un yerro en el pasado, hay dos posibilidades: o se puede reparar el daño o no se puede reparar el daño. Si se puede, eso es lo que depende de mí y puedo hacerlo (debo hacerlo); si no se puede (me refiero a que ni siquiera hay condiciones para ofrecer una disculpa) y no hay nada que esté en mi poder hacer, ¿qué sentido tendría seguir condenándose a uno mismo por algo que ya pasó y ante lo que no se puede hacer nada? La consciencia de los errores propios es muy importante, porque eso nos permite, en sus palabras, progresar en el desarrollo moral, pero de lo que se trata es de observar los errores y trascenderlos, no de hundirse a causa de ellos. Eso no es provechoso para nadie y, lejos de propiciar el desarrollo moral, lo entorpece.