
Veo aquí un abordaje sumamente honesto y franco de las situaciones que te arrebatan, y una buena primera práctica de oponerles razonamientos hábiles, que te permitan recuperar una perspectiva más amplia y salir de eso que llamas, con total exactitud, espiral. Algunos psicólogos hablan de “percepción túnel”, que es un poco lo mismo: el proceso que la mente sigue cuando un problema, que es sólo una circunstancia de las muchas condiciones que componen nuestra vida en cada instante, pasa a ocupar la totalidad de nuestro horizonte, como si nos succionara y nos metiera, justamente, en un túnel o una espiral, impidiéndonos ver todo lo demás.
El modo como le estás haciendo frente, concibiendo las situaciones desde perspectivas múltiples y más amplias, distinguiendo lo que está en tu poder y lo que no, dándote razonamientos que relativizan esos presuntos males y recordándote dónde está el valor fundamental en cada caso, me parece bien desarrollado.
Es normal que al principio haya una batalla entre momentos de arrebato y momentos de lucidez. Está bien, esto es de a poco, ten paciencia. Si logras desarrollar hábitos de pensamiento hábil, como los que estás esbozando aquí, cada vez te será más fácil, más inmediato recuperar la ecuanimidad y sentirte tranquila.
Te comparto a continuación un texto bastante breve que escribí y publiqué en redes hace algunas semanas. Quizá te pueda apuntalar en relación a la tristeza que mencionas. Ojalá que sí. Estoy aquí en lo que pueda apoyarte.
* * *
¿FALTA ALGO?
Hay muchos modos interesantes de aprovechar este tiempo, pero ninguno de ellos puede ser abordado sin antes disminuir la ansiedad. ¿Qué es la ansiedad?
1. En lo que toca a la experiencia del tiempo, es un estado de suspenso, una espera inquieta. Este tipo de expectación implica que, mientras lo esperado no se presente, entonces, forzosamente, faltará algo. O, lo que es lo mismo, sin ese algo no hay completud, la experiencia no es cabal.
Pero ¿es esto así? ¿Falta algo?
1.1. Conceder la falta de algo implica considerarlo NECESARIO. Si no es estrictamente necesario, no se puede decir que falte.
1.2. Naturalmente, si uno no tiene qué comer, qué beber, cómo abrigarse, si no tiene un amigo con quien hablar, si no hay amor en su vida, por supuesto, falta algo, porque todo eso es estrictamente necesario.
2. Este tiempo tiene la enorme virtud de decantar con crudeza lo que es estrictamente necesario de lo que no lo es.
Entonces, ahora, en este tiempo: ¿falta algo?
3. La ansiedad de algo, por algo (algo a veces concreto y otras veces impreciso), implica también la posibilidad de que ese algo NO llegue. Esta ansiedad «de signo negativo» es exactamente lo que solemos llamar MIEDO —en todo caso es una de sus posibilidades.
3.1. Si observamos el miedo, veremos que también acusa el síndrome de incompletud: supone la creencia de que esto, ahora, no es completo, o bien porque aún no llega lo que presuntamente lo completaría (en cuyo caso tememos que no llegue), o bien porque lo que existe actualmente podría ser arruinado o destruido en el futuro (tememos por una incompletud futura). Mientras no se asegure la indestructibilidad de esto, no se puede vivir con perfecta tranquilidad.
4. Sin embargo, la perfecta tranquilidad sólo puede darse cuando se acepta que nada es indestructible; cuando se anula la expectación ilusoria de algo que nos asegure, de una vez para siempre, la supervivencia eterna de todo cuanto atesoramos. Por definición, todo lo que es, todo «lo que surge», está destinado a cambiar, para, finalmente, desaparecer (desde una perspectiva más amplia, nada desaparece porque nada surge propiamente, pero ésta es una discusión interna del budismo que nos lleva a otro lugar). Si usted vive en suspenso porque esto —póngale el nombre que prefiera— no está asegurado o, lo que es lo mismo, ansioso por asegurar o completar lo que falta, no sólo nunca va a asegurar nada, sino que va a vivir permanentemente ansioso, permanentemente temeroso.
4.1. Epicuro le advertiría: «Es natural que usted quiera salir a pasear, es natural que quiera «diversificar» sus placeres haciendo alguna de las cosas que solía hacer, pero NO ES NECESARIO. Y esto es tanto como decir que, si no se cumple ese deseo —ese deseo natural, pero no necesario—, no pasa nada».
De nuevo: NO PASA NADA (porque no falta nada).
5. La paradoja de todo esto es que la ansiedad y el miedo SON PROPIAMENTE EL HUIR y sólo pueden darse mientras huyamos; SON LA HUIDA MISMA.
5.1. Si usted deja de huir, si elimina la futurización, acaba de inmediato con la ansiedad y el miedo.
5.2. Si, en lugar de alimentar la fantasía de salir, de que este tiempo acabe, o de cualquier otro escenario mental de huida, CORTA CON ESE DESEO, se termina la avidez al instante.
6. Es probable, sin embargo, que, al no tener adónde huir, deba habérselas con usted mismo, y es también muy probable que eso no le resulte agradable si es algo que ha evitado tenazmente (pues usted no ha estado sino huyendo de sí mismo). ¿Por qué habría de ser agradable? Ha ocupado su vida en distracciones agradables, ahora es momento de hacerle frente a ese aspecto inexorable de la vida: lo desagradable. ¡Y qué! ¡Sólo son sensaciones! Sea valiente. Las circunstancias le ponen en una situación sensualmente áspera, pero moralmente preciosa.
6.1. Hágase de una balsa y atraviese, como dicen los viejos sutras, «el río del dolor», ahora que ya no puede evitar tener los pies hundidos en su fango. En eso consiste existir en calidad de seres humanos: en atravesar ese río.
7. Pero si usted no es de los que se ha evitado tenazmente, si ya está atravesando o ha atravesado en su mayoría ese río, entonces sabrá que la balsa debe ser grande como un arca para ayudar a que otros se embarquen en ella, y no porque usted sea un salvador, alguien importantísimo, sino al contrario, porque usted se ha dado cuenta de que no es en nada distinto de esos otros que sufren, en una palabra, que usted, siendo nadie y sólo siendo nadie, nada, es todos y es todo.
¿Qué podría, entonces, faltar?