
Muy buen trabajo, Carlos. Algo que encuentro especialmente interesante es que el punto de vista de ella aparece aquí quizá más “fuerte” que el de él, y eso implica un esfuerzo nada desdeñable por meterse en la piel del otro y comprender profundamente sus motivos, incluso cuando estos motivos puedan resultar contrarios a nuestros intereses más inmediatos. Claro, aquí hay perspectiva histórica, distancia. El gran desafío es lograr esa distancia de uno mismo, del ensimismamiento en las circunstancias y los motivos personales, incluso cuando no hay distancia histórica. En eso consiste precisamente la compasión, en el más alto sentido de la palabra (nada que ver con la “lástima”): en poder salirnos de nuestro estrecho punto de vista y preguntarnos con genuino interés, con una mirada curiosa, casi diría científica: ¿por qué el otro piensa como piensa, dice lo que dice, hace lo que hace? Quizá este desasimiento también sea una vía para hacer desaparecer la cabeza, para salirse de ella y percibir lo que sucede desde una perspectiva más amplia.