
Aparte de tu notable facilidad para el aforismo, aparte de la belleza de algunas líneas (me gustó especialmente la segunda del día tres, sobre las estrellas), algo que encuentro sutilmente recurrente es una sed de verdad, una búsqueda de aquello que sea claro, tangible: lo que hacen las manos, la comunicación clara y en tiempo, la verdad de los sentimientos por oposición a la confusión del ruido mental, la ausencia de miedo como la condición para descifrar lenguajes, incluso la posibilidad de distinguir si, de todas aquellas que fuiste o creíste o deseaste ser, hay alguna más veraz, más auténtica, que algún destino habrá de refrendar. También se adivina una cierta sospecha o escepticismo con respecto a la memoria: «en cuál capa de la realidad existen estas ideas disfrazadas de memorias antiguas», como si quisieras desbrozar el pasado y aclararlo, dejarlo limpio, para mira el futuro sin confusión.
Una paso más, en esta búsqueda, quizá impugnaría incluso esto último, sosteniendo que no hace falta desbrozar el pasado, sino el presente, dejarlo libre, completamente libre de pasado y que ésa es la única manera de recibir lo que nos va sucediendo, los pequeños futuros que se van vertiendo en el presente. Esa postura también cuestionaría la idea de estar destinados a algo (en todo caso, predestinados) para poner el acento en el libre uso del albedrío que vamos ejerciendo momento a momento, es decir, en la construcción del camino que llamamos, cuando lo vemos sinópticamente, destino.
Precioso trabajo, Yuliana, felicitaciones.