
Es interesante observar que tus preocupaciones son fundamentalmente éticas, en el sentido antiguo de la palabra, es decir, en relación a cómo se labra un êthos, un carácter. Mirar sin prejuicios, como la paciencia y la calma, son, como bien dices, hábitos, algo que eventualmente (si no los tenemos) desarrollamos de manera voluntaria, para contrarrestar las cualidades antagónicas, como el mirar prejuicioso (y por lo tanto, estrecho, falso, generador de dolor moral), la impaciencia (y de aquí, la ira) y la inquietud. En eso consiste darse a uno misma un carácter, hacer del sí mismo una obra maestra, como buscaban los antiguos (no estoy seguro de que sea algo propio del romanticismo). Y en eso consiste quizá, también, la responsabilidad, en el sentido de responder-por, para el caso, responder precisamente por la posibilidad misma de construirnos, darnos, labrarnos un carácter, es decir, responder o responsabilizarnos por el hecho mismo de tener albedrío, por esa increíble capacidad que nos es dada. Sin duda es un acto de amor y congruencia con lo que somos.
Una posibilidad es reunir en un mismo espacio la escritura y la ética. Eso es lo que hacían los filósofos estoicos: escribían para forjar su carácter, para recordarse a sí mismos ciertas máximas y así, ayudados con el cincel de la escritura, labrar su carácter. Tú has hecho algo muy similar de manera espontánea. ¿Una estoica natural? 🙂