
Bueno, el texto aborda muchísimos asuntos. Voy a comentar sólo algunas cosas.
Los primeros cuatro días hay deliberaciones (la palabra final) polares y un cuestionamiento acerca de si realmente hay esa polaridad. Por ejemplo, egoísmo vs. felicidad, comodidad vs. heroismo, generosidad (con el tiempo) vs. reconocimiento de límites.
¿Es posible que la felicidad implique egoísmo? ¿En qué sentido de egoísmo? Si es en el sentido de la firme creencia en un ego substancial, ahí puede haber un obstáculo a la felicidad (EL obstáculo a la felicidad) para algunas tradiciones antiguas; si por «egoísmo», en cambio, concibes simplemente dedicar un tiempo al cuidado de sí y poder encontrar una satisfacción razonable, que no genere apego, con respecto a los logros personales, no tiene por qué haber una disputa con la felicidad.
De la misma manera, si por comodidad entendemos un estado de satisfacción tan profundo que no haya nada que perturbe (eso sería estar auténticamente cómodo, quizá), la conquista de esto implica, creo, un cierto heroísmo. Si es un simple aburguesamiento que adormece las preguntas y obra como un anestésico o un chupete, definitivamente eso lleva a un estado de torpor.
En cuanto a la originalidad, hay una intuición sumamente interesante en la idea de que «aunque [suene] absurdo, la experiencia del mundo más simple podría llegar a ser original». ¿Por qué absurdo? ¿No está el universo reinventándose todo él a cada instante? ¿No es cada instante, en el sentido más estricto, una novedad absoluta? Dices bien al apuntar (si es que yo interpreto con justeza tus palabras) que entre poder experimentar esto y experimentarlo de hecho media una cierta labor. Quizá esa labor sólo puede consumarse cuando se abandona, precisamente, toda intención deliberada de «llegar a ser» original y se le permite a esa «naturaleza original», incondicionada, expresarse, obrar sin que la entorpezcan nuestros deseos, temores, pensamientos o afanes. Quizá eso que se percibe en Da Vinci o en otros grandes artistas, no por su fama o reconocimiento (aunque esto puede predisponer la percepción), sino por esa cualidad inefable que tú describes como un poder hipnótico, no sea sino la diferencia específica, la expresión de esa originalidad originaria (la redundancia es deliberada) a través de una forma individual. Quizá, por último, todo eso sea justo esa «espontaneidad sin grandes huecos, que hace a las palabras fluir como la marea, sin ningún obstáculo».
El puritito Tao.