
Encuentro el texto increíblemente sugestivo, hermoso en su modo de representar esas sombras, esos sigilos, ese substrato que opera desde lo profundo. Es sugestivo porque se sugieren jerarquías (géneros y especies) y sexos. El espectro del karma es genérico, lo abarca todo y es masculino. El de la procrastinación (tu texto tiene la delicadeza de no mencionar explícitamente esta palabra) es específico y femenino; hay espectros más indeterminados, un anzuelo cuya carnada no se menciona, y al final reaparece un espectro general, de fondo, una masa de dolor sordo.
Ahora bien, aparte de la belleza literaria que tiene el texto, lo importante es que te sea también útil para para poder disolver estos espectros. En este sentido, veo momentos de lucidez que pueden ser de gran provecho para ti si los tomas como algo más que un desafío literario. Por ejemplo, cuando identificas la máscara que se pone el espectro que yo aquí llamo procrastinación, diciendo que se presenta como “una oportunidad”. Ese reconocimiento es muy importante. Si lo asumes, entonces podrás desenmascararlo a tiempo, por muy sigilosa que haya sido su entrada. Lo mismo con los demás (al menos con los más específicos y determinados). ¿Puedes mirar a esa dama vestida de negro antes de que se apodere de ti, antes de que te envuelva y te encuentres de un momento a otro diciéndote que ERES esto o aquello? Pero ya la has desenmascarado en tu texto, al decir que el sólo hecho de verte envuelta en creencias del tipo SOY ESTO, SOY AQUELLO no es en sí mismo nada más que un espectro, una fantasmagoría, nada real: tú no eres un momento de pensamiento (así el pensamiento se refiera a ti).
¿Puedes adivinar el anzuelo bajo la carnada?
El asunto, ahora, es identificar todo esto a tiempo, desenmascararlo antes de que se adueñe de ti (como muy bien dices: de tu albedrío). Ya has hecho el trabajo más difícil, el reconocimiento; lo que sigue es aplicarlo. En eso consiste tirar el espectro al lago.