
En teoría de la narrativa se habla a veces del «arco de un personaje», es decir, del proceso que atraviesa entre dos momentos biográficos, que pueden ser, como aquí, la totalidad de la vida, o bien un periodo más reducido. Dicho gruesamente, si ese arco exhibe una evolución, un crecimiento moral, o del tipo que fuere, se trata de una comedia (en el más alto sentido, no en el sentido del happy end fácil, al estilo de Hollywood) y si lo contrario, de una tragedia. Hemos perdido mucha documentación, pero es bastante aceptado el hecho de que a la tragedia griega le seguía, luego, la comedia. La tragedia purgaba a los espectadores y la comedia les mostraba el camino (de ahí que Dante haya escrito una Divina comedia, que va del infierno al paraíso). Lo hermoso del arco dramático que se deja ver en tu texto es que se ve con claridad la consumación de la comedia. Es un texto que parece realista, en el sentido de que no deja fuera los aspectos duros de la vida, las estrecheces económicas, el peso de las responsabilidades, las desilusiones amorosas o la muerte de las personas que amamos, pero el pulso o el rumbo se mantienen siempre firmes en la dirección de la comedia, y al leerlo se siente (yo siento) una gran constancia en este sentido. La calma otoñal ingresa con toda naturalidad, lo mismo que la aceptación del invierno. Aparte de esto, hay también otra constante, la música, que parece ser clave en todo esto, quizá por tratarse de la mejor medicina. Siempre me ha parecido que es tal como dices; incluso me parece que el efectivo terapéutico de la música es homeopático: «lo similar cura lo similar». Si uno está melancólico, la música melancólica acompaña ese sentimiento; si eufórico, la música eufórica.
Algo que me llama la atención es que hayas escogido para narrar las estaciones una segunda persona: hablarte a un otro, a un tú, que eres tú misma. No puedo no pensar en los diarios del filósofo estoico (y emperador de Roma) Marco Aurelio, que son, también, exámenes, revisiones de su propia vida, escritos en segunda persona (ese libro, que se conoce como Pensamientos o Meditaciones, en realidad se llamaba A mí mismo) y hasta el ejercicio final de imaginar el último día es un ejercicio parecido al que hacían los estoicos, imaginando que este día, hoy, es el último. En fin, Gabriela, que me ha parecido un texto muy rico y un broche espléndido para el magnífico proceso que has hecho en este curso. Ha sido un enorme gusto poder acompañarte. Espero que el curso haya sido provechoso para ti.
Si es el caso, si ha sido provechoso, y no es una molestia, quisiera pedirte si puedes dejar un comentario (review ) del curso. En la última lección se dice cómo hacerlo. Si lo haces, por favor verifica que las estrellitas azules con que calificas el curso sean las que quieres, pues tienen el defecto de moverse cuando uno les pasa el mouse por encima y puede suceder que quede una cantidad que no represente la que tú quieres.
Por último, y sobre todo teniendo en cuenta el estoicismo natural que ha revelado este último texto, quisiera invitarte al curso de FILOSOFÍA ESTOICA APLICADA que doy en este mismo sitio web y que involucra, como éste, un seguimiento cercano, por si es de tu interés.
Muchísimas gracias por participar en este taller y por hacerlo con tanto compromiso y honestidad.