
Es así, sí, y lo dices con claridad y crudeza, pero eso no es todo. Que tu hijo no sea propiamente tuyo (sino que te haya sido dado) y que las angustias sean de él, no quiere decir que tú no puedas hacer nada al respecto. Es cierto que el responsable primero y último de su propio bienestar es tu hijo, y no tú, y que, por lo tanto, ahí no radica tu propio bien en sentido estricto. Pero, tomando las distinciones de los estoicos, el bien de tu hijo es sin duda preferido y, en ese sentido, tú harás todo lo que esté en tu poder para ayudarlo, sabiendo, sin embargo, en todo momento, que la suma de tus esfuerzos puede no bastar para que él salga de sus angustias. Tu bien no está en en que él esté bien, pero sí en beneficiarlo por todos los medios posibles, pues eso sí depende de ti. De hecho, tu imperturbabilidad no procede de desentenderte de los problemas de tu hijo y dejarlo librado a sus anchas, sino de hacer lo que está en tu poder, sin apego a un resultado o expectativa, pero sí con una intención. Sólo así, sobre la base de una profunda satisfacción interior, que también responde por la comunidad (familiar o mayor), se puede ganar esa tranquilidad. Conforme avance el curso se irá desarrollando más la idea comunitaria. Espero que estas líneas sean de provecho para complementar las tuyas.