
Excelente. Varias reflexiones importantes en tu texto:
(1) La invulnerabilidad (en el mejor sentido de la palabra) no se alcanza cerrando el corazón, sino, paradójicamente, abriéndolo.
(2) Ligado con esto, recuerdo ahora unos versos del Dhammapada (un hermoso sutra del budismo antiguo), que dice algo así como: “El odio nunca venció al odio. Sólo el amor vence al odio. Esa es la ley”. La palabra “ley” aquí es muy importante, tiene el sentido de una ley como las leyes de Newton o de la naturaleza, algo irrevocable. Tú pudiste constatarlo con tu paciente.
(3) Los placeres morales son sublimes. ¡Qué gran satisfacción superar un obstáculo, trascender una limitación, advertir un logro en este sentido! Por supuesto, ¿a quién no le gusta comer un manjar o hacer el amor? Sí, los placeres sensuales tienen un lugar, desde luego, pero los placeres morales, cuyo valor, alcance y profundidad no siempre dimensionamos, no tienen nada que envidiarles.
Merecidísima recompensa, Luis (aunque quizá no se trata de una recompensa, de una compensación por algo, porque eso supone un lenguaje transaccional, y esto que sentiste surge de un lugar que es totalmente ajeno al comercio o la transacción).