
Denuedo es una palabra que, por lo poco que te voy conociendo, y por lo que deja ver este ejercicio, te viene como anillo al dedo. Denuedo, constancia, tenacidad: grandes virtudes. Sin ellas, todos los raptos de la inspiración no pasan de ser furores momentáneos.
Es mucho más valioso el gesto de escribir que no hay nada que escribir que abandonar la tarea. No hay nada incongruente en ello, al contrario, hay una gran congruencia, sobre todo cuando se trata de fundar un espacio y cimentar un hábito. Que la inspiración te encuentre escribiendo.
Sin embargo, al mismo tiempo, es cierto que no todo lo que uno escribe tiene el mismo valor y es importante poder establecer un cierto “estándar”; por eso es un gesto lúcido cuando adviertes que ninguna de las experiencias del día tienen la fuerza o el sentido suficiente como para moverte a escribir sobre ellas. Esto también es denuedo y es un gesto de congruencia.
No entendí por qué las primeras frases están entre comillas. ¿Son citas de algún texto? Si no es el caso, las comillas no cumplen ninguna función allí.
La humedad y la vida evocan para mí la potencia de lo fememino, lo fecundo, lo uterino. ¿Es ésta la conciencia que el tiempo viene a sacudir, una conciencia sobre el valor de lo femenino, históricamente devaluado?
La frase sobre el amor y la soledad es exacta y profunda. Si uno es capaz de habitarse, es capaz de amar; si no, lo que hay es un “falso amigo” del amor, la lisa y llana necesidad. (Muchas personas al declarar amor, por lo bajo sólo dicen: Te necesito).
¡Que siga el denuedo, Alma! (lo que es casi redundante, porque el denuedo implica en cierto modo seguir, o cuando menos, no renunciar fácilmente).