
La sola constatación y la sola declaración de que no has sabido decir “No” es un paso tremendamente importante. No tienes por qué tener plena claridad sobre lo que tú quieres para poder decir que no; basta con que tengas claro, precisamente, lo que NO quieres.
¿Puedes investigar un poco más esto, ir un paso más allá? Cuando te ves haciendo lo que los demás quieren, según tus palabras, ¿qué sucede en tu mente? ¿Qué es lo que te mueve a comportarte así? ¿A QUÉ ASIENTES, más allá de asentir a lo que otros quieren? Por ejemplo, puede ser que te figures que si no haces lo que otros dicen, entonces te dejarán de querer o valorar. Ojo, esto es sólo un ejemplo para ilustrar el tipo de cosas que puedes encontrar si vas un paso más allá, tú debes investigar lo que efectivamente sucede en tu mente. ¿Qué hay debajo de esa complacencia (ya en tu texto anterior hablabas de complacer a tu familia)?
Este es un desafío sumamente importante y puedes hacerlo ahora. Está bien que tengas sueños para el futuro a mediano o largo plazo, como divorciarte y empezar de nuevo, pero ahora es más importante que le concedas toda tu atención al tema de poner límites que estás identificando en ti. Es posible que esta investigación que te sugiero sea dolora, pero es importante que intentes hacerla. Busca un espacio seguro, me refiero a un momento en el que puedas estar tranquila para explorar esto. Si te resulta oportuno escribirlo (más que nada para ti), hazlo, y si no, permite que surja lo que tenga que surgir al formular las preguntas anteriores. Deja que se aparezca lo que sea: si son recuerdos dolorosos, que comparezcan; si son temores, fantasías, no importa, déjalas salir. Esas son las representaciones/impresiones cuyos juicios implícitos hay que descubrir y desmontar. Sólo permite que se manifieste lo que sea que tenga que manifestarse, sin juzgarlo como bueno o malo, dejándolo ser y observándolo con la mayor lucidez que puedas (incluso si estás llorando, intenta conservar una hebra de lucidez, una Guadalupe observadora).
Conmigo no tienes que ser complaciente en hacer lo que sugiero, hazlo por ti. Pero yo estaré aquí para acompañarte en el proceso. Si logras investigar esto a fondo, habrás hecho un cambio sumamente significativo, sin necesidad de comprar una casa nueva o hacer grandes movimientos externos.
Un segundo paso que puedes explorar, paralelamente al que acabo de sugerir, es empezar a explorar en tu mente cuál sería la mejor respuesta posible para poner esos límites y decir que no. Anticipa esos escenarios y trata de imaginar con todas tus fuerzas cómo es la Guadalupe que sabe decir que no. A qué dice que no, cómo lo hace, con qué gesto y qué palabras, cómo se mantiene firme en su decisión. Y si puedes, comienza de a poco a poner esto en práctica. Como no es algo que has hecho, quizá al principio no te sea fácil, o lo hagas de un modo que no es el que preveías, o surja la cólera, está bien, estos procesos toman tiempo.
Sigo aquí para ti.