
Hay una famosa novela de Julio Verne titulada De la tierra a la luna (y es una joya). Tu texto quizá podría titularse De la tierra a la tierra. Digo esto, no sólo por la primera frase que escribes, donde se insinúa el primer movimiento de ese viaje que se eleva de una tierra gravosa a una tierra ideal, sino porque el resto de las líneas parece sugerir el movimiento opuesto, el hacer de esa tierra gravosa, donde hay complicaciones, peleas, desconexiones y nostalgias, la tierra ideal. O para decirlo en términos más sencillos, utilizando la frase que me dijo una vez un chamán, en Huatla de Jiménez, Oaxaca: «Ahora tú has venido al templo. Cuando regreses, debes llevar el templo a tu casa».
Templo / Con-templar. Los niños portan consigo esa consciencia profunda, como bien adviertes, porque están en una disposición contemplativa. ¿Qué quiere decir esto? No que no haya nunca dolor, sino que hay lo que hay y no hay lo que no hay. Hoy no eres la chica alegre que lleva pensamientos coloridos, eres la mujer preocupada por una situación familiar compleja. Eso es lo que hay. A veces hay paz y tranquilidad, y germina mejor el amor; a veces hay complicaciones. Si puedes estar ahí plenamente consciente de lo que hay, de lo que es tal como es, al menos tu ego no estorbará. Es difícil, sí. Pero siempre se puede escribir, que es una forma de contemplar. Que este taller te sirva, entre otras cosas, para eso, para aprender a contemplar escribiendo.
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Esta respuesta fue modificada hace 3 años, 3 meses por
Gabriel Schutz.