
Buenísimo, Vero, sobre todo en un ámbito tan proclive a la ansiedad como los escarceos románticos. No se trata de ser imprudente y decir cualquier cosa, sin medir las consecuencias, sino de poder decir aquello que uno sinceramente siente, asumiendo las consecuencias de tal modo que no importe lo que suceda: tu satisfacción descansa, fundamentalmente, en lo que has dicho, más allá de la reacción que despierte. Si tus palabras son apreciadas, magnífico, eso es agradable (preferido), se siente bien; si no son apreciadas, bueno, hubieras preferido otra cosa, pero realmente no hay daño para ti, no hay mal, porque tú has hecho tu parte de manera cabal y lo otro es asunto del otro. Cuando esto sucede, no estás ya en suspenso acerca del futuro, descansas en la satisfacción por tus propias acciones (o palabras) y, por supuesto, la ansiedad remite.