
De la paciencia que se agota a los finales, hay en medio una situación de limbo, de indeterminación, de espera. Lo que me deja percibir tu texto (hasta donde soy capaz de interpretarlo, pues me resulta un poco críptico el lenguaje astrológico, que sólo conozco de oídas), es una situación de interludio entre un ya-no y un aún-no; fuerzas que menguan o se ven eclipsadas y otras fuerzas que, a la par, crecen, fertilizan, alumbran.
Entre la apatía y la esperanza, entre el desamor y la tierra, entre la nostalgia y la contención, todo parece tener el carácter de un “entre” y todo indica que la paciencia es la mejor compañera en estos tiempos, que en el fondo son todos los tiempos: ¿o acaso no es todo instante un “entre”: entre un ya-no y un aún-no?
Los eclipses quizá no puedan diferirse, pero la impaciencia sí, si conoces su origen. ¿Qué es lo que causa impaciencia? ¿Desconocer los finales, los desenlaces, estar en suspenso por una decisión que no llega? Pero ése es el tiempo que toca ahora, és es, precisamente, su kairós: tiempo de espera, tiempo de paciencia. ¿Puedes morar en este tiempo sin exigirle celeridad ni una pronta terminación o determinación?