Me gustó tu interpretación. Es una condena estar plantados, es como si no pudiera uno modificar su destino. Mi mamá me dice que nunca venda la casa porque le tiene enorme cariño a su casa y a su pueblo, pero en mi caso, jamás me gustó estar aquí, yo lloraba y es que nací y me crié en otra ciudad (y en otras circunstancias no mejores por mi hermano) y a los 8 años mi mamá decidió cambiar el futuro. El libre albedrío de las madres impacta la vida de los hijos. Pienso en mi hija al desplantarme.
Cuando quise embarazarme pensé que el haber llegado a éste lugar tan niña, haberme ido la mitad de mi vida de aquí y regresar, entre otras, para ser mamá, tenía sentido…era mi destino… y, bueno, es una tontería.
Nunca pude irme totalmente porque no pude ni quise “plantarme” en otro lugar por mucho tiempo. Hoy solo pienso en la estabilidad y bienestar de mi hija, debo estar bien plantada.
Gracias Gabriel, saludos!