
Lo que observo, y es en sí mismo muy valioso, es que hay una enorme honestidad hacia ti mismo; te permites reconocer, sin cortapisas, tus miedos, aprehensiones, inseguridades, etcétera. Bravo, es el primer paso y es un paso difícil de dar. Sin esto, no hay nada.
Ahora bien, lo que sigue es ir más allá y no limitarte a consignar las cosas que te perturban, sino poder interpretarlas desde la perspectiva que proponen los filósofos estoicos. Por ejemplo, cuando hablas del miedo a fallar con tu novia. Resulta que todo va bien y no “fallas”, pero ¿qué habría pasado si hubieras “fallado”?
Para empezar, hablar en términos de fallarle a ella, como si estuvieras a prueba y tuvieras que demostrarle algo, te pone ya en una posición sumamente vulnerable. ¿Por qué tienes que demostrarle algo a alguien? Si lo concibes de este modo, entonces, por supuesto, estás de antemano en una circunstancia sumamente estresante, en la que se decide si eres “exitoso” o si “fracasas” ante la prueba. Pero ¿de dónde surge esta concepción? ¿Por qué vivir la sexualidad y la intimidad amorosa desde esta perspectiva? Entonces, de nuevo: ¿qué habría pasado si hubieras “fallado” (con todo lo que implica esta concepción de la sexualidad en términos de prueba y demostración a alguien)? Posiblemente te habrías sentido muy mal, un fracaso, alguien incapaz de superar una prueba, alguien que no ha podido demostrar tal y tal cosa…
Concebir esta situación estoicamente, supone de inmediato no ver las cosas en términos de fallarle o demostrarle algo a alguien, porque entonces depositas el valor en algo externo (la aprobación o reprobación de tu novia con respecto a tu “desempeño”) y eso es justo lo que los estoicos consideran que es causa segura de perturbación. ¿Dónde está, en todo esto, lo que auténticamente te corresponde a ti y lo que no? Una vez que puedas aclararte desde esta perspectiva, podrás dar un paso más y entonces sí, decirte a ti mismo: “Bueno, si hoy, en la noche, cuando esté con mi novia, no siento excitación, eso será quizá dispreferido, pero no un mal para mí, no algo que me dañe, porque… [y aquí viene la parte donde tú debes decir por qué]”.