
Ah, los triángulos… Siempre problemáticas, siempre dolorosos. Es muy claro y está muy bien representado el conflicto entre B, R y A, y me parece un acierto que hayas hecho “varias rondas” de monólogos, dando así unas perspectiva temporal acerca de cómo fue desarrollándose ese conflicto.
En relación al trabajo con los puntos de vista, tengo la impresión de que hay una impronta demasiado fuerte de uno de los puntos de vista (el de R) sobre los otros, y que quizá esto les resta a los otros la posibilidad de sostenerse y mostrarse desde sí mismos (y no desde lo que piensa R). Pero, por supuesto, esto que digo es un poco especulativo. Sin embargo, quisiera referir por qué tengo esta impresión.
Por ejemplo, en el caso de B, cuando dice “mi ego es enorme”. ¿Realmente B es capaz de percibir esto, estando inmerso en esas circunstancias? ¿No es esto lo que opina R de B, pero no lo que B sabe de sí mismo? Porque si lo supiera con esa claridad, si supiera la fragilidad que significa tener un ego enorme, sugerida en su monólogo (“no lo voy a soportar, mi ego es enorme”), no suena verosímil que no haga nada al respecto. Mi impresión es que B no tiene esa lucidez sobre sí mismo y es por eso que actúa como actúa: por ignorancia y torpeza (y esta ignorancia, creo, no le permite tener semejante lucidez sobre las implicaciones de un ego enorme).
Por otro lado, y esto es aplicable tanto a B como a A, los dos aparecen como personajes sumamente maquiavélicos, con planes inescrupulosos en lo que toca a los otros. ¿Es así? Puede que los dos hayan sido manipuladores, pero ¿con tanta claridad, con planes tan precisos y tan explícitos para sí mismos? ¿No será que más bien B, sin tener tanta claridad, tanta precisión, por simple desesperación buscaba una alternativa en R y quizá, sí, fantaseaba con tríos y cosas, pero no diciéndose con todas las letras que R no puede meterle los cuernos y el sí? Lo que intento decir es que, si nos metiéramos en las cabezas de B y de A, quizá sólo habría dolor, desesperación, angustia, el deseo de tener a alguien y algunas ideas para retener o bien conquistar, pero no estoy seguro de que tuvieran en mente algo tan claramente maquinado, sino más bien una especie de improvisación para que el otro (B) no se fuera o la otra (R) finalmente accediera.
Por supuesto que esto es, como dije, sumamente especulativo, pero ya no tiene que ver con B ni con A, sino con el modo como tú (¿R?) representas esas otras mentes. No puedo dejar de relacionar esto con lo poquito que te conozco, con las cosas que me has confiado, fundamentalmente con aquello de que fuiste muy despreocupada en tu tierna juventud y luego te volviste una persona desconfiada. ¿No será que, a la hora de pensar en la situación de estas otras personas, quien escribe, Fanny, no logra embeberse de sus situaciones reales y dejarse llevar por ellas, sino que las percibe desde sí misma, desde una gran desconfianza, que muestra a B y A como personas inescrupulosas urdiendo maquiavélicos planes? ¿O quizá haya algo de esto, pero no a ese punto, no en el grado que estoy sugiriendo?