
Magnífico, Angie. Si ya tenías la práctica de anticiparte y considerar los escenarios, mejor aún. Sólo busca que sea una anticipación meditada, sobre todo en lo que toca al escenario más dispreferido (esta práctica también se llamaba meditatio malorum), de modo que puedas ver cómo, incluso ese escenario (salvo excepcionalmente), no representa un daño para ti, un mal, puesto que el bien y el mal están en tu poder en todo momento. Puede, sí, traerte una situación desagradable (dispreferida, insisto), pero si tú actuaste con excelencia, puedes descansar y encontrar satisfacción en eso, en ti misma, en tu disposición y tu acción, aun cuando el escenario haya sido adverso.
Por supuesto que, ante alguien que gana un salario sin ofrecer a cambio trabajo, y por el solo hecho de tener palanca, la tendencia natural es a indignarse y es lógico en cierta medida. Pero realmente ése no es tu asunto. Quien se disminuye como ser humano, quien se comporta como un depredador, pues depreda recursos sin ofrecer a cambio nada a su entorno, no eres tú, es él. ¿En qué te perjudica a ti que él se comporte de manera deshonrosa? En nada.
Ahora bien, esto no significa no hacer nada al respecto, sólo significa que su problema no sea tu problema, que no te afecte. Si puedes hacer algo para contribuir a que la situación mejore (sin perjudicarte a ti de manera temeraria o tonta), de eso se trata. Y si no hay nada que hacer, si no hay con quién hablar, si una plática con él, en buen tono, con el fin de ayudar y hacer ver, resulta completamente inútil, como parece, entonces retirarte (retirarte de esa amistad) es la acción más justa. No cejes en la elaboración de esta situación. Es un muy buen campo de trabajo para que puedas afinar tu práctica, hasta que realmente lo que haga o deje de hacer este compañero de oficina no te afecta ya en lo más mínimo.
¡Claro que vas por buen camino!