
Wow, qué fuerte esto que agregas aquí. No tomes mi comentario anterior más que como lo que fue: una especulación. Espero no haber sido injusto con tu texto, que me pareció interesante, tanto en relación al conflicto como en el modo de presentarlo.
No puedo yo decir si al describir a B hablaste más de ti que de él, aunque siempre que hablamos de algo o alguien estamos, a la vez, hablando de nosotros. Son raras las ocasiones en que logramos “desaparecer”. Pienso en los haikus clásicos como posibles ejemplos de esto, pero quizá se dan de ese modo porque son una de las vías del zen.
Pero volviendo al ejercicio, no sé bien cómo expresar la sensación que tuve al leer los monólogos de B y de A. Es posible que ellos sean maquiavélicos, maestros de la manipulación, pero no estoy tan seguro (incluso con la anécdota del contrato que acabas de referirme) de que sus discursos interiores sean así. Y sin embargo, no sé decir con claridad por qué. Es como si, al leer los monólogos de B y de A, me diera cuenta de que hay una mirada externa mezclada en sus pensamientos. No dudo un instante de que intentaste ponerte en sus zapatos y todo esto no le resta un ápice de mérito al ejercicio, que presenta una situación sumamente interesante y, como dije, muy bien construida, con esas tres rondas completas. Pienso que quizá B estaría más regodeado en la fantasía de estar con esas mujeres y con R a la vez, o imaginaría a R excitada afuera, o bien, celosa, no sé… En cuanto a A, es más difícil determinar el asunto, porque es un personaje un poco más secundario en relación a B y a R. Sólo intentaba decir que quizá, desde la perspectiva de ella, lo que hay en su cabeza es necesidad, necesidad y más necesidad, y eso, tal vez, podría estar en un plano más visible que el maquiavelismo, pero, reitero, no me hagas demasiado caso, son sólo impresiones de un texto que refiere una situación que tú conoces infinitamente mejor que yo.
Mil gracias por darme retroalimentación al comentario.
Saludos para ti, Fanny, que estés bien.