
Del pulcro, puntilloso, preciso texto que has elaborado, la frase que me pareció más reveladora es ésta: “normalmente identifico mi valor con la capacidad de ser un buen proveedor de mi familia”. En el contexto en que aparece, se asocia simplemente con la indispensabilidad del sueldo, pero es en este juicio donde descansa todo el asunto: el miedo a perder el valor, la vergüenza consecuente y la ira contigo mismo por haber “permitido” que eso sucediera. En otras palabras, creo que lo que opera de fondo en esta representación arrebatadora es que has puesto tu valor en ser proveedor de tu familia y eso te expone a una situación de enorme vulnerabilidad, porque, como señalas hacia el final, por muy bien que hagas tu trabajo (el trabajo que te proporciona un sueldo y te permite sentirte proveedor, por lo tanto, valioso), las condiciones que te permiten ser el proveedor de tu familia no dependen enteramente ni en último caso de ti. Por lo tanto, a mi parecer, el problema fundamental está en este juicio, esta identificación de tu valor con algo externo a ti. ¿Si pierdes tu trabajo dejas de valer? ¿El amor que tienes para dar no es también una provisión fundamental? ¿Tu calidad humana se pierde cuando pierdes el trabajo?
Por supuesto que se trata de ser responsable y excelente en lo que le compete a uno, lo anterior no es una exhortación a la indolencia, en absoluto, sólo un señalamiento sobre algo que simplemente no es real: tú no vales en razón de lo que provees. Puedes ser enteramente responsable (responder-por) con lo que te toca, con tu familia, sin asentir a un juicio que te disminuye, pues eres mucho más y vales en muchos más sentidos que sólo en uno. Si pones la totalidad de tu valor ahí, o una parte significativa de tu valor ahí (o en cualquier otro ámbito que no depende de ti), te condenas a estar a merced de la fortuna.
Considera todo esto detenidamente, intenta desmontar este otro juicio (la cita de tu texto que puse en cursivas) y ve qué sucede.
Sigo aquí en lo que pueda apoyarte.