
¡Sin duda un texto matriarcal! Recuerdo que, hace ya nueve años, en un experimento que organizó una amiga para el 11-11-11 (11 de noviembre de 2011), nos reunimos varias personas a compartir saberes y una de ellas, que llevaba un tiempo estudiando y dando consulta de constelaciones familiares, ofreció hacerlo con distintas personas. Yo fui uno. Tenía entonces un cierto asunto atorado con mi papá y la mujer le pidió a otros tres hombres que hicieran las veces de padre, abuelo y bisabuelo. Se pusieron en una fila, éramos una especie de columna. No voy a relatar aquí qué sucedió entonces (fue muy bello y, si bien una miniconstelación, muy útil), pero recuerdo que, cuando le tocó el turno de hacer su constelación a una mujer, el procedimiento fue distinto: se organizó una ronda. Los hombres en fila (en línea), las mujeres en ronda (en círculo). Como si fueran los principios cósmicos elementales de yin y yang. No puedo olvidar que, en artes marciales, se enseña que un golpe recto se quita con una defensa circular y viceversa, un golpe que viene en círculo, estilo gancho, se corta con una defensa recta. Aquí otra vez la recta y el círculo interactuando.
La cocina de Tilita, circular, con el enrome comal en medio, parece representar el hogar (la llama) que el nombre Domitila mienta (del latín “Domus”, “hogar”, la del hogar, la que ama el hogar) y en torno al cual se congregan, al menos desde entonces, las mujeres de este matriarcado de cuatro generaciones que tu hija pequeña parece llamada a perpetuar. Los hombres casi parecen accidentes en este texto (texto-tejido), al punto que cuando leí que “había una mujer que se hizo en el dolor y en el abandono pues su padre murió cuando ella era adolescente” casi me sorprendió que existiera un padre. Dices que han heredado ese matriarcado y no sé bien en qué consiste, salvo en el hecho de que las mujeres gobiernan en el ámbito doméstico y en la educación de los hijos, y que las mujeres han sido, según entiendo, especialmente severas con las propias mujeres. Visto desde otro lugar, ¿no podría ser todo esto considerado, paradójicamente, un patriarcado? Y si es así, ¿dónde quedan las ideas de matriarcado y patriarcado?
Sentí el gozo de la escritura en este texto. ¡Bravo, de eso se trata! Me pareció atestiguar cómo se te iba revelando eso que sabes bien, porque corre en tu sangre, pero que, por así decir, las palabras iban desplegando ante tus ojos. Más allá de la buena crónica y la buena semblanza de tu bisabuela, el texto tiene el sabor de esa búsqueda y el consecuente descubrimiento. Me queda la pregunta (posiblemente como hombre), sobre el lugar de los hombres, pues no hay hombre sin mujer ni mujer sin hombre (en un mundo unisexuado no habría sexos), como no hay día sin noche ni noche sin día. Dicho de otro modo, esas mujeres fueron como fueron, en parte, por los hombres que estuvieron o no estuvieron ahí, del mismo modo que los hombres que estuvieron o no estuvieron fueron quienes fueron, en parte, por todas estas mujeres.
Por último, ¿aprender es un deber? ¿O una responsabilidad? No es exactamente lo mismo. “Deber” me remite a deuda: debo X. Responsabilidad es, en cambio, un responder-por algo.
La responsabilidad atiende un llamado. Respondo porque algo me llama. Me llama mi humana responsabilidad, entonces respondo cuidando de los otros, etcétera. He sido dotado de inteligencia, entonces la propia inteligencia me llama, me convoca a cultivarla. Pero no debo aprender, no tengo una deuda con nadie, no es un mandato que me veo obligado a cumplir. Sólo es como si me dijeran “Gabriel” y yo me volteara a mirar quién me ha llamado, es mucho más espontáneo y natural que un deber. Esto en los niños es muy claro. Ellos no actúan por deber, pero tienen una inmensa capacidad de respuesta (hasta que les/nos joden la vida y entonces se vuelven/nos volvemos acreedores y deudores).