
La tardanza -que de ninguna manera juzgo, pues los textos, como los platillos, tienen su tiempo de cocción y son ellos los que dictaminan, no nosotros-, la tardanza, decía, valió la pena. Hiciste un muy buen contrapunto, sobre todo entre las perspectivas de E y D. No es que la perspectiva de J no aporte, está muy bien, da una posición exterior al conflicto entre E y D, y a su vez plantea su propia problemática, además de que hay como una completud (tesis, antítesis, síntesis) y un juego trino de tres amigos que llevan tres años de amistad y cada uno, a su modo, cuestiona la fortaleza de esa relación. Pero, sobre todo, me parece destacable y meritorio el hecho de que hayas podido ponerte en el lugar de D con tanta vivacidad, tan buenos motivos de su lado (pues sospecho que la situación que te tocó en aquel reparto fue la de E). Quizá en esto tuvo que ver J en su momento y eso explica mejor su papel aquí: así como E intercedía en favor de J, buscando persuadir a D sobre la fuerza de sus motivos (de J), así también, quizá, J intentó conciliar y manifestarle a E los motivos de D. En fin, me parece que el propósito del ejercicio, ponerse en el lugar de otros, incluso de otros que nos han sido francamente adversos, ha sido logrado con creces. En eso consiste la tan señalada compasión: en comprender los motivos del otro. Pero también en esto consiste la “buena” literatura, la construcción de buenos personajes: en que no haya buenos y malos, personajes planos, como suele decirse, sino que todos tengan motivaciones precisamente comprensibles. Adivino ya una próxima novela de terror con E, D y J… 🙂