
Claro, por supuesto que no es igual cuando un ser querido “es devuelto” (como dirían los estoicos y por qué no incorporar esta idea aquí). La perspectiva sobre la muerte de las personas que amamos no es igual que la perspectiva de nuestra propia muerte y es perfectamente natural que aquélla sea, en general, mucho más dramática para nosotros que esta última. Pero el ejercicio fundamental aquí es el que hiciste: plantearte la perspectiva de tu propia finitud y vivir con plena consciencia de ello. El hecho de que hayas logrado sentirte tranquila, gracias a este ejercicio (mejor dicho, gracias a que tú te permitiste ejercitarlo con constancia y vivacidad), precisamente a la hora de enfrentar situaciones que normalmente te estresan, es una muy buena señal: el ejercicio está funcionando. Un efecto “natural” de esta práctica es, precisamente, poder priorizar de manera más clara las cosas que verdaderamente importan y empezar a soltar las que importan menos, es decir, favorecer la claridad en la toma de decisiones; otro, es ganar serenidad, aprecio del tiempo, agudeza estética.