
El breve diario de una vida filosófica. No puedo dejar de expresar mi total afinidad con el tipo de reflexiones que te ocupan; no son muy distintas de las mías.
DÍA 1
Claro, salirse del escenario y observar desde las butacas. Me recuerda mucho a una expresión del budismo zen que me ha sido siempre útil: “Da un paso hacia atrás”. En algún momento en que mi mente estaba muy enredada (en un asunto romántico que haré bien en ahorrarte), tenía muy a mano esta expresión y, cada vez que lograba darme cuenta de que comenzaba a enredarme, comparecía puntualmente: “Da un paso hacia atrás”. Esto me liberaba de inmediato.
DÍA 2
Entiendo el punto, pero quizá el asunto es advertir la ilusoriedad del adentro y el afuera. Mira estos versos de Pessoa (bajo el heterónimo de Alberto Caeiro; si no has leído El guardador de rebaños, hazlo, te va a encantar). Aquí hay una idea de afuera y adentro muy distinta:
Quien está al sol y cierra los ojos
comienza a no saber qué es el sol
y a pensar muchas cosas llenas de calor.
Pero abre los ojos y ve el sol.
y ya no puede pensar en nada,
porque la luz del sol vale más que los pensamientos
de todos los filósofos y de todos los poetas.
[…]
Pienso y escribo como las flores tienen color
pero con menos perfección en mi modo de expresarme
porque me falta la simplicidad divina
de ser totalmente sólo mi exterior.
DÍA 3
El difícil equilibrio entre el rigor y la compasión. He ahí la justicia.
DÍA 4
Es cierto, la mente sólo puede enfocar con plena atención una cosa a la vez. Pero, al mismo tiempo, lo otro, lo que no está en foco, seguramente forma parte de la impresión, sólo que en planos secundarios. A menudo yo me sorprendo haciendo o pensando algo que ocupa el foco de mi atención y, sin embargo, no deja de sonar música en algún plano más profundo. Recuerdo que en un retiro de vipassana, hace ya varios años, me di cuenta mientras meditaba todas esas horas y seguía la técnica (un meticuloso “body scan”, con una consigna de observación ecuánime hacia la cualidad de las sensaciones: agradable, desagradable o ni agradable ni desagradable), que siempre, invariablmente, sonaba música en mi “cabeza”, incluso cuando estaba concentrado en la técnica. Bueno, eso habla del ruido que había en mi mente, pero tengo para mí que hay planos, espesores, digamos, que entran y salen del foco.
DÍA 5
Salud por lo que quiera que haya sido melífluo ese día (si no fue empalagoso).
Un gusto tenerte por aquí y leerte, Manolo.