
No es que haya técnicas para disolver esos pensamientos, porque la técnica es YA el ejercicio como tal. Lo que hace la meditación, desde su versión más breve y modesta, como este pequeño ejercicio, hasta una meditación sostenida de otro tipo, es abrir un espacio para que se manifieste lo que hay, tanto “afuera” (en el caso de este experimento, la uva pasa), como “adentro”, en tu propia mente. Entonces, observa tu mente. ¿Qué hay en tu mente cuando meditas? Por un lado, dices, una evaluación: bien o mal, bueno o malo, correcto o incorrecto. Olvida todo eso, tíralo como si arrojarás un zapato viejo del que quieres deshacerte. No hay bueno ni malo en meditación. Una meditación de gran concentración no es buena y una de dispersión no es mala. La primera reveló un estado de concentración, la segunda uno de desconcentración. ¿Darte cuenta de que estás dispersa no es en cierto modo bueno? ¿Vanagloriarte de que estás concentrada (si fuera el caso) no sería malo? Todo eso no tiene nada que hacer aquí. Sólo toma nota de lo que hay y si ves que es un juicio evaluativo, una vez que lo observas, sin aspereza, sin rechazo, con la mayor gentileza, apártalo, pues no tiene nada que hacer aquí.
En relación a los ruidos, claro, son una fuente de distracción, pero yo he aprendido que los ruidos nunca son el problema, sino la fortaleza o debilidad de la concentración. Si hay ruidos, lo mismo, toma nota, pero persiste. LA CLAVE AQUÍ ESTÁ EN LA PERSISTENCIA. Atraviesa los ruidos, ve más allá de ellos a fuerza de no cejar y continuar en el objeto de meditación (la pasa achocolatada, la respiración, lo que sea). Paciencia y diligencia.
“Tengo que concentrarme” es un poco como decirle a alguien “¡Sé espontáneo!”. Con eso cancelas su espontaneidad, porque la espontaneidad, por definición, es algo que no puede ser forzado. Con la concentración sucede algo parecido. Si dices “tengo que concentrarme”, estás asumiendo que hay un “llegar a ser” (llegar a concentrarse) que no se está dando ahora. Pero una concentración fuerte implica, precisamente, una inmersión en LO QUE ES, aquí y ahora. ¿Cómo podrías concentrarte en lo que es si estás atendiendo a un llegar a ser? Esto es igual que con los juicios evaluativos o los ruidos: notas que está el pensamiento ahí, pero no asientes a él, lo dejas venir, manifestarse y desaparecer, mientras persistes en tu concentración. Con la práctica, este tipo de obstáculos van remitiendo.