
En este texto se deja adivinar también tu vena literaria, porque hay frases magníficas y muy pertinentes: “apagaré la computadora para siempre”, “¡Quiero dejar la cocina limpia!” y otras. No estoy sugiriendo que sean artificios literarios, al contrario, digo que te favorece tu habilidad para decir con elocuencia cómo vivirías ese último día. Por lo que cuentas, no sería en nada distinto de tus días normales, salvo por el hecho de ir un poco más lejos con tus perras, lo que significa, supongo, que tu vida normal, incluso con las tribulaciones sobre el menú del día (¡tribulaciones que comparto!) es aproximadamente la vida que quieres tener, o bien que, como dices con total contundencia en relación a la cocina y su limpieza, no quisieras irte sin faltar a ninguna de tus responsabilidades, tal vez porque en las responsabilidades (aquellas cosas que nos llaman para que respondamos) y en la excelencia con que desarrollamos nuestras responsabilidades se juega en buena parte el sentido de nuestros días. ¿No es esto lo que descubre de manera primordial tu texto? Amas, incluso en el fastidio de escoger un menú, tus responsabilidades, tal como son, quizá porque amas hacerlas con excelencia, con sentido comunitario, etc., y por eso no cambiarías prácticamente nada de tus días, aun sabiendo que fuera el último. Esto es un gran logro.
Muchísimas gracias, Pilar, por el precioso comentario que dejaste ayer sobre el curso. Ya está publicado. Me alegra enormemente que te haya resultado tan provechoso.
Por último, si quieres escribir en la perspectiva de la autoobservación, en este sitio está también el TALLER DE ESCRITURA Y AUTOCONOCIMIENTO. Quizá pueda interesarte. ¡Muchas gracias por participar y por tu apoyo a este curso!