
Me alegra leer que estos días han sido tan significativos para ti, que te has dado cuenta de cosas importantes. Las imágenes son poderosas y un buen ejercicio es darse a uno mismo aquellas imágenes o metáforas que puedan funcionar como recordatorios (pues las hypomnématas no son sino un tipo de recordatorio) y hacerlo con esa peculiar fuerza evocativa, propia de las imágenes, que no siempre alcanzan los conceptos por sí solos. (Hace muchos años, en un momento en que me costaba trabajo levantarme de la cama por las mañanas, había leído en no recuerdo qué libro sobre zen una frase que decía algo así como: “Levántate de la cama como si lanzaras un zapato viejo”. Entonces yo me decía, no bien despertaba: “Zapato viejo, zapato viejo” y evocaba la imagen, y eso me ayudaba enormemente a abandonar las sábanas).
Has encontrado una imagen, una metáfora que funciona para resignificar la relación que tienes con esta persona. ¡Magnífico! Si funciona está bien, sólo es importante que tengas cuidado de que una imagen así no te vuelva insensible ante ella. Imperturbable sí, insensible no. Entiendo que estás muy consciente de esto, al hablar de compasión, en el sentido de comprender que es ella quien tiene un problema y no tú. No hay que perder de vista esta dimensión. ¿Por qué ella tiene la necesidad de mostrar que manda? Al considerar cuidadosamente este tipo de preguntas (en lugar de precipitar un juicio: “Porque es malvada” o cosas así), se deja ver la fragilidad de la otra persona y es desde ahí desde donde puede brotar la compasión.
Ahora que has descubierto todo esto, mantente firme en la práctica y no cejes. ¡Vas muy bien!