
Es interesante leer esto, tan representativo de este tiempo, como el título mismo que escogiste. Porque, si bien, el cuarto día es el más explícito en relación a la, así llamada, “nueva normalidad”, todo el texto rezuma eso: la reducción del espacio, que es, sí, un universo, pero que eventualmente oprime; los altibajos, más allá de saberse privilegiados, entre la gratitud, el hastío, la incertidumbre; la ambivalencia de todo, incluso de la propia casa, que es refugio y a veces quizá prisión…
La breve crónica de los huevos desangelados en la cafetería aséptica y solitaria es un testimonio fiel y, a qué negarlo, triste, de este tiempo, en el que salir es a la vez una aventura excitante y una desilusión. En fin, Pilar, que me he sentido muy cercano a tu retrato de estos días.
Escribir es también un gran refugio. Ya han quedado establecidos los cimientos. Ahora, como bien concluyes, es preciso seguir.