
Es interesante, no había considerado el posible parentesco entre diligencia y obsesión, aunque es cierto que la línea es delgada. Pero en la diligencia hay una cierta mansedumbre o gentileza, mientras que la obsesión es áspera, obcecada. Yo puedo desarrollar una actividad diligentemente, con esmero, sin que eso me sumerja en una “percepción túnel”, donde no hay nada más. Lo has observado muy bien, con total agudeza: el modo de salir de la “percepción túnel” es, precisamente, desatender por un momento el asunto, “levantar la cabeza”, ver, como muy bien dices, “que las posibilidades son amplias”, que hay horizonte más allá del estrecho objetivo a que compele la obsesión, reposar. Hiciste un fino trabajo de discernimiento entre estos dos “falsos amigos”, diligencia y obsesión, y esto es muy valioso, porque también revela cómo un pensamiento claro puede ayudar de manera consistente a que la mente se mantenga libre de trampas o perturbaciones.