
¡Me alegra que la escritura en la línea estoica te esté resultando útil, Ana! Sólo un breve comentario, porque creo que en general estás comprendiendo con claridad de qué se trata este ejercitamiento y vas muy bien.
No se trata de tomar una decisión y aguantarse, como podría ser el caso con este cliente desatento. No lo llamas, pero mueres de ganas de llamarlo y decirle lo que se merece, etc. Ahí no hay paz. Y el asunto es pacificar la mente. En este sentido, el ejercicio será perfectamente eficaz cuando logres darte a ti misma las razones exactas por las que no tiene ningún sentido llamar a este señor. Tus razonamientos deben ser tan precisos, tan contundentes y persuasivos, que, una vez que hayas logrado alcanzar esa precisión, contundencia y persuasión, tu convicción sea total y no tengas ya el DESEO, esto es, el IMPULSO de querer llamarlo. En otras palabras, los razonamientos no tienen la función de reprimir, forzar o contener nada, sino de DISOLVER un deseo por el hecho de revelar su futilidad, su completo sinsentido, etc.