
Tengo que confesar que mi experiencia en el mundo corporativa es exigua, pero, en lo que toca al curso, y esto es, como bien sabes, un razonamiento típicamente estoico, lo que te compete es ser excelente en todo lo que depende de ti para que las cosas se cumplan en tiempo y forma; ahora bien, que de hecho se cumplan en tiempo y forma no depende en último caso de ti. Si eso no sucede, ¿qué beneficio te trae a ti enojarte? ¿En qué sentido un arrebato de cólera contribuye a construir un buen ambiente laboral? Este es quizá todo el punto: la ira no es necesaria.
Por otro lado, Séneca dice en algún lugar que puede ser útil “hacerse el enojado”, porque este tipo de respuesta, dado su carácter determinado y enérgico, a veces es casi la única que puede darse para marcar un límite o romper un obstáculo. Sin embargo, en esta actuación de la ira, uno debe permanecer interiormente sereno y esto es dificilísimo, porque hay una memoria física y, una vez que los gestos físicos de la cólera, necesarios para la actuación, han sido articulados, esto, por sí solo, puede fácilmente desencadenar todo el mecanismo. En otras palabras: hacerse el enojado puede llevar, fácilmente, de manera inadvertida, a un enojo auténtico.
El asunto es poder dar mensaje firmes, enérgicos, sin necesidad de cólera. Supongo yo que en eso estriba también un buen liderazgo.
Un abrazo para ti, Israel.